Eran cascadas de alegría, que no podíamos contener. Ni poniéndonos una mano, sobre nuestra boca.
Y esos regaños de mamá, que nos sabían a gloria. ¡Niñas, ya no se asomen tanto al agua! Hasta los encajes del chonino se les ve.
¡Vergüenza les debería de dar!
Miren, que si me enojo, ¡no las vuelvo a traer!
Mi hermana y yo, conocíamos bien, el tono de su voz.
En realidad, no estaba enojada, solo quería tranquilizarnos, calmar nuestras ansias de vivir.
Éramos tan pequeñas, que aun, era mucho, lo que teníamos que aprender.
En medio de la tertulia literaria
-
Arrastro conmigo
Un racimo de versos
Que cuando niño dibujaron
Los árboles de la finca
En el internado
Hospicio manantial del tiempo
Comi...
Hace 13 horas
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Gracias por visitar el blog.