En ese entonces, mi hermana y yo, éramos niñas. Felices y bulliciosas, dichosas por la aventura de pasar ese río.
De ver brillar la luz de sol, en las chispas de agua que nos salpicaban.
Arrodilladas en el asiento de madera, apoyando nuestros cuerpos, en la barandilla de la lancha, de frente al agua.
Jugábamos, a quien podría identificar el color, que en esos momentos se le veía al río.
Mamá, ¿verdad que es verde?
No mamá, ella no sabe, es azul.
Mamá nos dejaba un rato discutir, luego daba fin con un “es azul verde”. Y nosotras:
¡Te lo dije! ¡Te lo dije!
No, ¡te lo dije yo primero!
Mamá, se sentía orgullosa de nosotras.
Vestidas, con las mejores ropitas que teníamos, a sus ojos nos veíamos primorosas.
Nos tenia sujetas, con firmeza, del vuelo de las faldas. Temía vernos caer al agua.
Nos fulminaba con la mirada, nos amonestaba.
Y más y más, fluían de nuestras gargantas, las carcajadas.
Bajo el brillo de tu ausencia
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Solicité un verso
Al silencio canto de la noche
Y dictó tu nombre
Con el trino luminoso de la luna
Y acaricié en soledad
La virtud d...
Hace 5 horas
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