Ya me sentía tan realizada, ya sentía que todo marchaba bien, que me tomo, muy de sorpresa esta calamidad.
Primero un ciclón, donde de milagro, mi casita de madera no se cayó. Pero quedó, con las láminas del techo, casi del todo voladas.
Y luego, vino la inundación.
Con sus aguas puercas, sepultando grandes extensiones de la ciudad.
Aunque atranqué muy bien mi casa, vi, como salían por debajo de la puerta, hechos pedazos, años y años de trabajo.
Sólo las lunas de un ropero de cedro, logre salvar. Ojalá, mas adelante, un carpintero me haga uno nuevo, y esas se puedan aprovechar.
Y el piso, de madera, quedó de no servir, montañas de lodo, lo hincharon primero, y después se pudrió.
Por eso a mis hijos acudo.
Necesito arreglar el piso y el techo. Esas cosas me urgen, de los demás, me encargo yo.
Después de varios días, por fin recibo contestación.
Bebiendo el sexo de la discordia
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Soy sacrílego
de mis propios versos,
de la poesía absurda
que anida en los intestinos del olvido.
Soy un agujero negro
en el cielo ciego
de ...
Hace 10 horas



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