Gracias por sus latidos de afecto y cariño que alimentan al Alma.

jueves, 4 de febrero de 2010

Vidas entrelazadas ( 5 )





También acompañábamos a mi papá a surtir el mandado en Tampico.
Nos íbamos en el tranvía.
De primero, el tranvía solo llegaba a los terrenos, de lo que hoy es la entrada a la Camelia, de ahí se pasaba por un puentecito de madera, a cuyos lados, se vendían recuerditos, como conchitas y caracolitos. Al llegar a la playa, nos recibía el olor a churros y pescado frito.
Posteriormente, el tranvía, tuvo su terminal hasta la playa, y las siguientes paradas, eran la Camelia, Refinería, el 7½, la de la Loma (hoy Col. Hidalgo), la parada del Cangrejo, la de la Vicente, la de la Dinamarca, la del centro de Madero, ubicada frente a la cruz roja, la del Árbol, y de ahí seguían las siguientes paradas a Tampico. Los tranvías eran amarillos, posteriormente se introdujeron unos verdes.
Con un boleto, había derecho a la ida y vuelta, de la playa a Tampico, y viceversa.
Había dos corridas especiales, para los trabajadores, el llamado el doble, porque se unían dos tranvías, que a la altura de donde esta ubicada hoy la clínica, salían del turno; a las 12 del día, 4 y 7 de la tarde.
También había una estación de tren, de la Barra, pasaba por atrás de la Galeana, y llegaba hasta Tampico.
Existía también el tranvía llamado "El 100”, que venia de la playa.
Era de carga de mercancías, como cuando llevaba durmientes, para la reparación de las vías. Contaba con un tanque de chapo, de asfalto, tenia una casetita, con una campanilla, que anunciaba su paso. No levantaba pasajeros, solo durante el tiempo posterior inmediato al ciclón del año 55, que presto sus servicios al público en general, mientras se arreglaban las líneas de luz del tranvía regular.
Nosotros surtíamos la despensa, en la “Casa Nicanor”, que se localizaba frente al “Café Mundo”. Disfrutábamos de las carreras de caballos, que se realizaban cerca de nuestra casa, cada fin de semana, motivo por el cual a nuestra colonia, se le quedó el nombre de “El Hipódromo”.
También había carreras de Go-cars, que eran unas carreras de carros chiquitos, pero solo hubo por un corto tiempo. Y se efectuaban, por donde hoy es informática.
Había por esos terrenos, una poza grande, y los muchachos gustábamos bañarnos en ella.
Hubo ahogados en esa poza, y mi padre, nos prohibió, seguir frecuentando ese lugar.

4 comentarios:

  1. Veo que no sólo llenábais la despensa, sino que aprovechábais para pasar un día muy completo y divertido.

    Abrazos Marucha y buenos deseos.
    Alhena.

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  2. Hola MArucha: Me gustan mucho estos recuerdos de infancia, llega una edad que uno los recuerda con más frecuencia.
    Hermoso relato, se pueden ver colores, sentir olores y oír sonidos.
    Voy a darme una vueltita por tus otros blogs y me sumo como seguidora para estar pendientes de tus buenos textos.

    Bsos

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  3. Adrianina,gracias amiga por tus palabras y eres bienvenida a este hogarblog.

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  4. Aire de Alhena, me agradas tener tus visitas,eres un amor.
    Recibe un gran abrazo.

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