ABUELA
Tendría cuando mucho cinco años de edad. Chicuelina curiosa, que vagaba libremente, por el inmenso patio, de aquella propiedad.
Árboles y mas árboles, de tamarindo, aguacate, limas, mango, coco, papaya, un injerto de toronja con limón, era de gran tamaño el fruto, pero mas acido su sabor.…
También había palomas tuneras, torcacitas, tordos, colibríes, también llamadas chuparrosas, que si agarras una en viernes santo, y la disecas, te asegura un amor…
Eso decía una tía mía, que tuvo dos divorcios, que eran la prueba de que si tenia suerte para el matrimonio, solo que no le duraba el gusto.
Infinidad de insectos, como los saltamontes, ciempiés, abejas, cochinillas, campa mochas, que si son comidas por los animales, los envenenan. Las esperanzas, de un verde tierno, que se supone, son los deseos, que se cumplen, si eres la primera persona en verlas. Orugas, conocidas como quemadores, vivían en los almendros, y ¡hay de ti!, si te caí una encima.
Luciérnagas, vistas solo por cortas temporadas.
Las mariposas de variados tamaños y colores, cuyo vuelo, es sigzagueante, y con retrocesos a menudo; nunca sabes de seguro, donde se posaran, puede ser, en los troncos de los árboles, sobre hojarasca, piedras, flores.
Así, que al tratar de atraparlas, me llevaba horas y horas. Pero valía la pena.
Gozaba al sentir sus alitas, suaves como seda, aprisionadas entre mis dedos.
Observaba sus ojos vidriosos, sus antenas y sus patitas, que me raspaban al aferrase a mi piel. Al soltarlas, volaban lejos, tan lejos de mí, que anhelaba también tener alas, como ellas, para conocer otros lugares.
La abuela, decía que el polvito de las alas de mariposa, al caer sobre tu cabello, provoca que se te caiga a puños, hasta dejarte pelona, por maldadosa.
Al fondo del solar, había platanales.
Por las mañanas, después del sereno de la madrugada, sobre sus hojas largas, se veían infinidad de gotitas de agua, que cual lagrimas, caían, una a una, regando el tamo del suelo, que capa sobre capa, protegía y humedecía , las raíces del platanal.
Me metía entre un grupo de plantas y otro grupo, me recargaba sobre los tallos inclinados, para sentir sobre mi espalda su frescura.
No me importaba, manchar mi ropa, de tonos cafés-rojizos. Siempre, en esas plantas de plátano, había muchos tipos de arañas. Sus telarañas, tenían diferentes formas, pero su finalidad era la misma. Que cayeran los insectos.
Cuando vibraban, los hilos de esas trampas, eran como llamadas de alerta.
Y la dueña de la trampa afortunada, bajaba de la planta de plátano, deslizándose por un hilo.
Inmovilizaba, a los desesperados, que entre más forcejeaban, mas se enredaban, para después deglutirlos.
Quise poner remedio, a esas muertes alevosas.
Por días, me dedique a destruir telarañas.
Pero invariablemente, eran repuestas, en el mismo lugar, del mismo tamaño, y en la misma forma.
Y las victimas, seguían cayendo.
Me quejé con la abuela, de mi defensa inútil.
Ella me contestó, que el que por su gusto muere, hasta la muerte le sabe, y no se puede ayudar, al que no quiere que se le ayude.
Y me hizo pensar, que si seguía con ese plan, una araña venenosa, como las negras, de patas finitas, y con un puntito rojo en la panza, me podría picar.
No porque fueran malas, sino solo, porque estarían defendiendo su modo de vida. Porque el que mete paz, saca más.
Cambie mi área de juegos.
Del platanal, a la sombra de árboles de aguacate, guayabo, toronja, cedro, mandarina…
Con frecuencia, me acostaba sobre la tierra, que crujía bajo mi cuerpo, por las hojas, que formaban un mullido colchón.
Pasaba los ratos, escuchando el sonido del viento, cuando al pasar, entre las ramas, dejaba un mensaje de sitios lejanos.
A veces el viento, traía las patitas mojadas, y un olor a humedad.
Era cuando anunciaba, que pronto, iba a llover.
Las hormigas, se ponían frenéticas, en sus acarreos de hojitas, y restos de insectos a sus nidos.
En ese mundo vivía, me movía.
Encontraba quien era yo.
Una más, con la naturaleza.
Sin pasado, ni futuro.
Solo existiendo.
Pero, todo tiene un hasta aquí...(continuará)
( La foto para ilustrar esta narración es de doña Silveria Pérez González,cargando a mi hijo, ella tiene 9 años que falleció, a los 77 años de edad, pero vive en los corazones de nuestra familia, porque fué una abuelita muy cariñosa para nuestro hijo, lo llenó de ternuras, fué como una madre para mi esposo y para mí,nos daba consejos, la conocimos como vecina hace 30 años , y fuimos grandes amistades por 21 años; personas así no se olvidan, y de seguro en El Más Allá, están en un sitio privilegiado, apartándonos un lugarcito).
Interesante tu relato y tu vivencia Marucha, me costo trabajo entrar a tu blog pero aquí estoyu disfrutando esta hermosa narrativa de convivencia conciente con la naturaleza.
ResponderEliminarUn gran saludo y gracias por seguir uno de mis blog.
Celia Rivera Gutiérrez
Holaaaa Marcuha, ya echaba yo en falta tus lindos escritos, yo también cazaba mariposas me gustaba hacerlo, me has recordado mi niñez porque yo crecí en el campo y me encanta la naturaleza.
ResponderEliminarMuchos Besos.
Celia Rivera Gutierrez, eres bienvenida,esta es tu casa.
ResponderEliminarCuando visito tu hogar-blog,aprendo muchas cosas interesantes e importantes.
Recibe un abrazo desde tierras tamaulipecas.
Emy,amiga, si nos hubieramos conocido de chiquirrinas,de seguro hubieramos pasado muchas horas juegue y juegue.
ResponderEliminarRecibe un abrazo, Emy,amigas por siempre.
Me gustan abuelas :)
ResponderEliminarUn premio amistad para ti en mi blog si lo quires.
Rita, gracias por tu visita.
ResponderEliminarIré por mi premio,claro que iré por el.
Que bien que hay estas tipos de abuelas.Me gusta leer lo que escribes,aunque hay muchas palabras que no entiondo.
ResponderEliminarYaelian gracias por tu visita.
ResponderEliminarRecibe un abrazo desde México.
Marucha, pero que bonito relato !precioso de veras, hermosisimo!, una infancia la tuya maravillosa rodeada de naturaleza... como ya te comenté en tu otro blog, mis recuerdos de la infancia mas cercanos a la naturaleza los tenía en verano cuando nos ibamos al pueblo a casa de mi abuela Dolores, porque yo, al ser de ciudad, de una ciudad grande a más inri, no tenía contacto nada más que con el asfalto... bueno, esto también es un poco exagerado porque en Sevilla hay grandes parques llenos de árboles y con palomas a las que cientos de veces les he dado de comer albejones en mi mano, pero no es igual -ni por asomo- al contacto con la naturaleza que tu cuentas, !que formidable tu infancia allí!, !cuanta inocencia y dulzura en la infancia! ¿verdad?, esto me recuerda a una canción que canta Luz Casal que dice, "para encontrar la niña que fuí y un poco aquello que ya perdí miro hacía atras y busco entre mis recuerdos...", !hermosos recuerdos los tuyos, Marucha!
ResponderEliminarLa foto de la señora Silveria con tu niño, está genial, pero lo mas genial es lo que cuentas, esa amistad de más de 21 años con tu vecina que era como una abuelita para vosotros !que maravilla!, ésto (esa amistad y ayudarse entre los vecinos) si que se ha perdido practicamente por completo hoy día, fíjate, yo vivo en un bloque donde hay más de 80 vecinos, a algunos ni los reconozco siquiera, y si los viera por la calle no sería capaz de decir si son o no mis vecinos, y a los de mi planta, con los que tengo más trato logicamente, no voy más allá de las puras reglas de educación y cortesía, no conozco sus pisos ni ellos el mío... enfin que la relación de vecindad es delgadita, ya sabes
Un beso bien gordote y bien sonoro, reina mía
apm así es en esta ciudad.
ResponderEliminarEs una ciudad territorialmente hablando,de la más pequeña del estado de Tamaulipas.
Tiene todo, supermercados,escuelas, gimnasios,templos, pero el contacto emocional con los vecinos es grandioso.
Nos conocemos y queremos.
Precisamente, en estos momentos,me acordé que tengo que visitar e inyectar unas vitaminas ( soy enfermera ) a una amiga y vecina,señora ya de edad,por lo cual yo la visito,lo más frecuentemente que puedo.
apm gracias por tu compañia , pasala super, y más al ratito te visito.
Recibe mucho amor desde México.
Hola:
ResponderEliminarA mi, al igual que a ti, me da mucho gusto cuando me encuentro con un blog mexicano y más si es tan agradable como lo es tu blog.
Me ha gustado mucho tu escrito, que en parte le hizo recordar algo de mi niñez.
Te dejo un abrazo afectuoso y por aquí andaré seguido.
Armando, gracias por tu visita, y te dejé un recadoooote en tu blog.
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