Gracias por sus latidos de afecto y cariño que alimentan al Alma.

lunes, 31 de agosto de 2009

Amigas ( 1 )

AMIGAS

Una tarde, tomando café, en compañía de una amiga, esta me pregunta, ¿Cuántos años tienes?
No te pregunto la edad, porque se, que como mujeres, siempre la inventamos.
Tanto éxito ha tenido esto, que ya hasta los varones nos están copiando.
Con decirte, que mi sobrino el mayor, presume de ser mas chico, que su hermana la menor.
Y como esto, no es un enséñame tu acta de nacimiento, o credencial de elector, como amigas, dime, ¿Cuántos años tienes en realidad?
Mmm. Pues que quieres, que te conteste.
Si te contesto, que como madre, tengo tantos años, hay que tomar en cuenta, que nosotras, las mujeres, somos madres en potencia, y siempre, en cada corazón femenino, desde nuestra infancia, habita un hijo dormido.
Si como esposa, te diré, que han sido años tan bonitos, que se me han hecho, como un día.
Ahora, que también hay que contar, los años que tengo viviendo en esta ciudad.
Así, que mis años, viviendo como tampiqueña, han sido bellos, por la mezcla de tradiciones, creencias que como el agua que rodea a esta ciudad, te empapa con su mística y romanticismo.

viernes, 28 de agosto de 2009

Padre

PADRE

Estaba rodeada de personas, que apretujadas, peleaban sordamente, entre si.
Yo las separaba, intentaba poner paz.
Pero estábamos tan pegadas, unas de otras, como en el vagón de un metro, que empecé a sentir que me asfixiaba, que el aire, me faltaba.
Me entró el pánico. Clamé por ayuda.
Un Ser de Amor, me sacó, de entre aquella multitud.
Al cargarme, como un padre, me llevo a lo alto, a una especie de saliente. Y desfalleciendo, me dejé deslizar hasta el suelo, donde semisentada, mis fuerzas recobre. Vi, como era mi cuerpo.
Era de una estatura, como de una criatura, de unos 5 años de edad, parecía tan flexible, como si fuera una gomita, un gel. Traslúcida, de tonalidades ámbar, finita.
Me acomodé, en un suave recogimiento, agradecida de aquel rescate.
No portaba ropa alguna, no era necesario.
Voltie curiosa, la mirada hacia abajo, de donde me sacaron. Sorprendida, veo que es tan grande la masa de seres, que forcejean, que abarcan todo lo que seria una inmensa laguna.
Y que a pesar, de tanto empujarse, no van a ninguna parte.
Le presencia de amor, me indica que debo volver, a cumplir mi misión.
Y una gran tristeza me invade. Pero debo obedecer.
Ya inmersa de nuevo en los jaloneos, me dicen: estas muy gorda “mijita”.
Dejo que se me resbalen, lánguidamente por mi espalda, los acres comentarios; se que ésta apariencia, es sólo mi armadura.

miércoles, 26 de agosto de 2009

Paréntesis

PARÉNTESIS

Tiene el poder de cambiar
su tamaño a voluntad
cuando se hizo pequeño,
tan pequeño.
sólo con microscopio láser
lo podían observar.
Ahora, que se hizo grande,
todavía, no lo pueden hallar.

sábado, 22 de agosto de 2009

Aun estoy de pie ( 5 y final )

Y llegó un tiempo, muy malo, con avisos de ciclón.
Corría el año de 1933, y venia un ciclón.
Mis padres, hermanos, y mi esposo, sacaron lo de más importancia, de nuestras casas; lo llevaron a casa de unas amistades.
Yo me quede, con una sobrina, a terminar de checar, que no hubiéramos pasado por alto, algo que después, no pudiéramos reemplazar. Ya las casas, habían sido amarradas, con gruesos mecates sus techos, y sus ventanas, clausuradas, con tiras gruesas de madera.
Teníamos, la certeza, que vendrían nuestros esposos, a recogernos.
Los que llegaron fueron los soldados.
Traían órdenes estrictas.
Nos dijeron….. Si están esperando, que vengan por ustedes, sus familiares, no podrán hacerlo.
Porque, ya esta prohibida la entrada a estos terrenos.
No venimos a pedirles, que se salgan, por favor. Venimos a exigírselos.
Solo nos permitieron, sacar un tenatito, con ropa, la más indispensable. Y nos recomendaron, llevarnos una cazuelita, que contenía arroz, ya guisado, y una garrafita, con agua de tomar.
Ellos sabían que vendrían, tiempos muy difíciles, con desabasto de alimentos y agua.
Nos llevaron a un inmenso galeron, donde ya había más familias.
Durante el ciclón, los balnearios sufrieron destrozos tan grandes, que nunca pudieron recuperarse.
Se terminaron sus días de gloria.
De nuestras casas, que estaban ubicadas, cerca de la playa, ni los cimientos quedaron.
Estábamos tan estupefactos, de mirar solo arena, donde antes, eran nuestros hogares, que no podíamos ni llorar.
Fue, nuestra madre, la que, con entereza, nos señalo, las pautas a seguir.
Se reunieron los ahorros, de toda la familia; y se compro un gran solar, en el centro de ciudad Madero, donde todos edificamos, nuestros nuevos hogares.
Ahora, que han pasado muchos años, me alegra que mis hijos, nietos y bisnietos, hayan podido estudiar, trabajar y seguir adelante.
Y soy tan feliz, al constatar, que Dios, siempre nos proveerá, de casa, vestido y sustento.
Por eso, cuando escucho a alguien “quejarse de la situación”, le digo, si Dios, te ha protegido hasta el día de hoy, ¿Por qué, no confías, en que continuara haciéndolo?
Y remato con un, tengo 95 años, y ni un solo día de mi vida, he sentido, que me falte el apoyo divino.

miércoles, 19 de agosto de 2009

Aun estoy de pie ( 4 )

Una noche, que paseábamos por el muelle, mi hermana y yo, con luna llena, vimos que venían, del lado del mar, dos personas. Parecía, que sus pies no tocaban el piso de madera, de aquella extensión del balneario.
Mi hermana, empezó a temblar, y me pedía, que corriéramos hacia el casino, donde siempre había muchos clientes.
Yo, que siempre le llevaba la contraria, para demostrarle que no tenía miedo, me tendí en el piso, atravesada al paso.
Así, obligaría, a aquella pareja, ya sea a detenerse, ya sea para echar abajo el truco, del que se estaban valiendo, para asustar a mi hermana.
Mi hermana me jaloneaba. Y ya estaba llorando, con sollozos entrecortados.
Yo le decía, espera y veras.
Faltando, unos 10 metros, para llegar a donde estábamos, esa pareja, se esfumo en el aire, como unas bolas de humo, sin dejar rastro alguno.
Mi hermana gritaba:
¡Ya sabia yo, que no eran de este mundo!
Y yo la calme, al contestarle:
Pues si no lo eran, miedo nos tuvieron, ya ves, como prefirieron desaparecer, a toparse con nosotros.
Y continuamos con nuestra vida, cerca de la hermosa playa de Miramar.
Mis hermanos, no estudiaron en escuela, pero era mucho su saber.
Siempre los veíamos, con uno u otro libro, bajo el brazo, rumbo al trabajo, a su casa.
Y así es, como formaron su educación.
Uno era presumido, el otro calado.
Pero, con un gran corazón, mis dos hermanos varones.
Mi madre haciendo rendir el gasto. Bajo el lema:
“el dinero, ni todo guardarse, ni todo gastarse. Y no se debe uno gastar hasta el ultimo peso, porque dinero, llama a dinero”.
Todos nos casamos, yo forme una familia, y tuve dos hijos.
Mi marido, construyo, una casita de madera, al fondo del solar de mis padres.

sábado, 15 de agosto de 2009

Aun estoy de pie ( 3 )

Ya sin el pendiente, de mi hermano, decidieron mis padres, establecerse, en unos terrenos, cerca de la playa de Miramar.
Como no estábamos acostumbrados a la brisa salobre, ni a los rayos directos del sol, nos salieron unas grandes quemaduras, que se nos aparecían en forma de ampulas primero, para posteriormente reventarse, en un despellejamiento, que hacia, que nos doliera y ardiera al mismo tiempo, la piel de cara, espalda y brazos.
Eso lo combatíamos, aplicándonos el polvo de haba, que se expendía en la botica.
Hasta que nos aclimatamos.
En esas fechas, solo existían 3 balnearios, el de Villas del Mar, el Sardinero y el Palermo.
Posteriormente, se edifico el balneario “el Casino Miramar”.
Su propietario, estaba en sociedad con una cooperativa. Era güero, alto, grande y chapeado.
También era dueño, del restaurante Madrid, que se ubicaba donde después fue Woolworth. Y de otros negocios, como el Yaqui, y el club Bristol.
No tenia trato directo con los empleados, porque comentada; yo no mando aquí, en tal o cual negocio, para eso esta el gerente.
Además de que era muy sencillo, porque reconocía que la mayoría de sus ganancias, en los negocios, se hiban en pagar los sueldos de sus trabajadores, desde gerentes, contadores, cajeros, y así, hasta abarcar todo el escalafón. Mas los impuestos, que por ley, se pagan. Y el reabastecer, de todo lo necesario cada negocio; dejaba solo un polvito, un poquito de plata, que era lo que le tocaba a el.
En el balneario “Casino Miramar”, los domingos había tertulias, de las 4 de la tarde a las 12 de la noche. Tenia la construcción, de madera, forma rectangular.
En la parte inferior, se ubicaba el salón de bailes, la cocina, la cantina, y el área de rentas de trajes de baño. En la parte superior, se ubicaban 2 departamentos al frente, mirando al mar, 2 a cada lado, y 2 al fondo; en total eran 8 departamentos.
Todo estaba tapizado, con gruesas y mullidas alfombras. Menos, la pista de baile.
Todo en el casino era lujoso y caro.
Los refrescos, de soda negra, que costaban por lo regular, 15 centavos, en las tienditas, del centro de Madero; en el casino se cotizaban en 5 pesos.
El lugar era muy confortable. Contaba con luz eléctrica. El agua se extraía de un pozo, que se almacenaba, en un tanque, que se localizaba, a unos 18 metros del balneario. El tanque era del tamaño, de una caseta, y del cual, llegaba al casino, el agua, por medio de tuberías, que enterradas, varios metros, bajo la arena, imposibilitaban, que fueran motivo de rompimiento, de la captación de belleza del lugar.
El balneario, era tan reconocido, a nivel nacional, que se hospedaron en el, grandes personalidades, de los ámbitos artístico, económico y político.
Como Portes Gil, que se hospedo por todo un mes.
Y Calles por unos días.
Remataba el balneario, con un muelle, que descansaba, en unos gruesos pilotes, de vía de ferrocarril, recubiertos de concreto.
El muelle, media unos 200 metros de largo, y daba hasta el mar.
Al final, contaba con una caseta, donde se vendían refrescos.

lunes, 10 de agosto de 2009

Aun estoy de pie ( 2 )

Así anduvimos todo el primer año del reclutamiento, apoyados por mi padre, que nunca abandonó a mi madre, en sus justos reclamos.
Llegándose el plazo, se presentan mis padres al cuartel, y piden hablar con el sargento.
Al pasarlos a su oficinita, mi madre le dice a bocajarro: ya se cumplió el año, entrégueme a mi muchacho.
El sargento, socarrón, con su sonrisita autosuficiente, le respondió: señora, el ya no es hijo de familia. Ya tiene obligación, ya tiene su mujer.
Déjelo hacer su vida, y usted, ocúpese de la suya.
Mi madre no se perturba, ni se acobarda. Y le contesta:
Sargento, que acaso, porque usted se casó, ¿ya dejo de tener madre? Bajo el sargento la cabeza, y mesandose los cabellos de sus sienes, le promete a mi madre, un “ya veremos como le hacemos, jefecita, ya veremos”.
Y es al cabo de 2 años, que mi hermano, su licencia consiguió, en el poblado del Higo, de Veracruz.
Las suplicas de una madre, nunca caen en saco roto. Cuando le preguntaban, a mi madre, si guardaba rencor, por todos los sufrimientos pasados, respondía que no.
Porque el amor y el odio, es un común de dos; la mitad es tuya, y la otra mitad, es del que odias o amas. Y las cadenas del odio, son muy pesadas al cargar.
Si meditáramos detenidamente en esto, agregaba mi madre, no nos permitiríamos, ni siquiera el pensamiento, de hacerle un mal, a un semejante.

domingo, 9 de agosto de 2009

Aun estoy de pie ( 1 )

AUN ESTOY DE PIE

Vivíamos cerca de Toluca.
Mi abuelo era un terrateniente, pesaba en la región. Viudo, y con 3 hijas; una de ellas, era mi madre, casada, y con 4 hijos, 2 mujeres y 2 varones.
En la hacienda, había tapancos, chaparritos, donde al frente se almacenaban, los costales de mazorcas de maíz, y al fondo, tapados por la cosecha, los costales de las monedas de oro.
Se vino el tiempo de la revolución.
Y con ella, los grandes cambios. En todo el territorio nacional, y afectándonos, directamente a cada familia.
La hacienda fue saqueada.
A mi abuelo, se lo llevaron, a empujones y culetazos, y jamás se volvió a saber de el.
Mis padres, nos habían llevado, a refugiarnos con unos padrinos.
Pues hasta allá llego, el brazo de la leva.
A mi hermano mayor, lo reclutaron.
Mi madre, suplicaba llorando, no se llevaran a su hijo. El sargento de aquel regimiento, le prometió, en un año, darle su licencia.
Mi madre hablo con sus hermanas. Porque después de todo, un hijo es el mayor tesoro, que puede existir en el mundo; y de común acuerdo, les firmo papeles, donde les cedía cualquier derecho, que le correspondiera como hija, de las vastas propiedades, que su padre, había acumulado, en toda una vida, de arduo trabajo.
Necesitaba ser libre, de cualquier obligación, de cosecha, recolección, almacenaje, o papeleos legales.
Mi madre se fijo la meta, de seguir a su hijo mayor, por todas aquellas regiones, donde el destino llevara a mi hermano.

sábado, 8 de agosto de 2009

Hermana ( 5 y final )

Nuestra madre, platicaba con sus vecinas de asiento; tranquila, por escucharnos calladas.
Olvidó, que los ríos profundos, aunque silenciosos, no dejan de ser destructivos.
Son ellos, los que desgarran, las entrañas de nuestra tierra.
Y cayó mi hermana al agua.
Apareció su cuerpo, después de 24 horas, en un recodo, del paso del 106. Hinchada. Con dedos como garras. Tiesa. De un color, que yo no conocía.
Sus ojos, labios y orejas, comidos por los peces y jaibas.
Yo dudé, que “eso”, fuera mi hermana.
Mi hermana, de seguro, estaría en el fondo del río. Siendo la mimada, de todos los de ahí. Si para eso, ella se las gastaba.
Estaría jugando con tesoros.
Pero, yo también iría a ese lugar. Ya sabía el camino.
Mas o menos, a la mitad del río. Como no queriendo, me aventaría. Y le demostraría, que yo también, sabía ir al fondo del río.
Pero, mi madre, llorosa, sintiéndose culpable, cuando mucho tiempo después, volvimos a cruzar el río, me apretó tan fuerte, pero tan fuerte, temiendo perderme también, que no me dio la oportunidad, de ir a pelearle, a mi hermana, un espacio para mi.

viernes, 7 de agosto de 2009

Hermana ( 4 )

Mi hermana, un poco mayor que yo, saco un taponcito de hule. Al que previamente, le había amarrado un hilito. Y lo hacia brincar, cual jinete sobre las olas.
La envidia, se apodero de mí.
Adiós alegría, un rictus, de, otra vez, soy la menor. A la que no se le ocurría nada.
¿Por qué, no nací primero?
Bueno, ¿Por qué no fui única?
Eso si que seria padre. Todo el amor de mi familia, seria para mí. Santa Closs, reyes magos. Todo, todo, y únicamente todo para mí.
Bueno, decidí, por lo pronto, me conformaría, con ese taponcito, que ella traía.
Le arrancaría el hilito de la mano. Y empiezo el empujarnos.
Ya no había risas, estábamos peleando. Es sorda la batalla.
Calladas, rechinando los dientes. Nos empujábamos, con hombros, codos, con el torso.
No podíamos patearnos en ese momento.

jueves, 6 de agosto de 2009

Hermana ( 3 )

Eran cascadas de alegría, que no podíamos contener. Ni poniéndonos una mano, sobre nuestra boca.
Y esos regaños de mamá, que nos sabían a gloria. ¡Niñas, ya no se asomen tanto al agua! Hasta los encajes del chonino se les ve.
¡Vergüenza les debería de dar!
Miren, que si me enojo, ¡no las vuelvo a traer!
Mi hermana y yo, conocíamos bien, el tono de su voz.
En realidad, no estaba enojada, solo quería tranquilizarnos, calmar nuestras ansias de vivir.
Éramos tan pequeñas, que aun, era mucho, lo que teníamos que aprender.

miércoles, 5 de agosto de 2009

Hermana ( 2 )

En ese entonces, mi hermana y yo, éramos niñas. Felices y bulliciosas, dichosas por la aventura de pasar ese río.
De ver brillar la luz de sol, en las chispas de agua que nos salpicaban.
Arrodilladas en el asiento de madera, apoyando nuestros cuerpos, en la barandilla de la lancha, de frente al agua.
Jugábamos, a quien podría identificar el color, que en esos momentos se le veía al río.
Mamá, ¿verdad que es verde?
No mamá, ella no sabe, es azul.
Mamá nos dejaba un rato discutir, luego daba fin con un “es azul verde”. Y nosotras:
¡Te lo dije! ¡Te lo dije!
No, ¡te lo dije yo primero!
Mamá, se sentía orgullosa de nosotras.
Vestidas, con las mejores ropitas que teníamos, a sus ojos nos veíamos primorosas.
Nos tenia sujetas, con firmeza, del vuelo de las faldas. Temía vernos caer al agua.
Nos fulminaba con la mirada, nos amonestaba.
Y más y más, fluían de nuestras gargantas, las carcajadas.

martes, 4 de agosto de 2009

Hermana ( 1 )

HERMANA

Esto que les contaré, paso hace muchos años.
Cruzábamos en una lancha, que tenia un motorcito, el caudaloso Río Panuco.
Mi hermana, mi madre y yo.
La brisa fresca del río, nos envolvía.
La espuma de las olas, que se formaban, al arañar la superficie, nuestra lancha, hacia que nos sintiéramos temerarias, y estirábamos la mano, para mojar siquiera la punta de los dedos.
Iban, aparte del lanchero, otras personas, que del pueblo se dirigían al puerto.
En donde mejores trabajos, escuelas, y comercios había.
Iban en búsqueda de todo aquello, que en la orilla norte, del estado de Veracruz, era tan difícil, y caro de conseguir.
Y pensar, que ese mundo de agua, bajo nuestra lancha, era la diferencia entre vivir bien, o mal vivir.
Entre un hospital, o un funeral.

lunes, 3 de agosto de 2009

Comillas

COMILLAS

Si alguna persona, en las siguientes paginas,
se siente reflejada,
y cree, que es uno de los personajes,
por favor, comuníquese conmigo,
me encantara conocerla.

sábado, 1 de agosto de 2009

Madrina ( f y final )

Yo le preguntaba a mi madrina, si no le daba miedo eso, pero ella lo veía muy normal. Porque sabia que existen varios tipos de seres en este mundo, los que ya vivieron, los que vivimos actualmente, con cuerpo físico; y los que esperan, su tiempo de revelarse.
Los primeros y los últimos, en contadas ocasiones, es posible que sean vistos por nosotros.
Pero, cuando son días de carnaval, si miras de reojo, y si prestas atención a las pláticas, más que a la música, los veras a tu lado. Y los escucharás, contarte sus secretos.
Cuando, el que no sabe estos misterios todavía, los llega a percibir, comenta, extrañado:
Fíjate que vi. a alguien tan parecido a……… y aquí nombran al hermano, compadre, tío.
Explican, si se vestía igual, se reía igual, hasta caminaba igual, que llegué a pensar que era él.
Y remarcan, pero ¡ah! ¡Que tontería!, si es bien sabido, que desde cuando, se nos adelantó.
Mas yo, que abrí los ojos hace mucho, pero mucho tiempo, nunca me pierdo de ir al carnaval, porque hasta a mi madrina, que la cremaron, la he visto ya.

Portada del libro "Más allá"

Portada del libro "Más allá"
Camino de Amor Infinito

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