Una noche, que paseábamos por el muelle, mi hermana y yo, con luna llena, vimos que venían, del lado del mar, dos personas. Parecía, que sus pies no tocaban el piso de madera, de aquella extensión del balneario.
Mi hermana, empezó a temblar, y me pedía, que corriéramos hacia el casino, donde siempre había muchos clientes.
Yo, que siempre le llevaba la contraria, para demostrarle que no tenía miedo, me tendí en el piso, atravesada al paso.
Así, obligaría, a aquella pareja, ya sea a detenerse, ya sea para echar abajo el truco, del que se estaban valiendo, para asustar a mi hermana.
Mi hermana me jaloneaba. Y ya estaba llorando, con sollozos entrecortados.
Yo le decía, espera y veras.
Faltando, unos 10 metros, para llegar a donde estábamos, esa pareja, se esfumo en el aire, como unas bolas de humo, sin dejar rastro alguno.
Mi hermana gritaba:
¡Ya sabia yo, que no eran de este mundo!
Y yo la calme, al contestarle:
Pues si no lo eran, miedo nos tuvieron, ya ves, como prefirieron desaparecer, a toparse con nosotros.
Y continuamos con nuestra vida, cerca de la hermosa playa de Miramar.
Mis hermanos, no estudiaron en escuela, pero era mucho su saber.
Siempre los veíamos, con uno u otro libro, bajo el brazo, rumbo al trabajo, a su casa.
Y así es, como formaron su educación.
Uno era presumido, el otro calado.
Pero, con un gran corazón, mis dos hermanos varones.
Mi madre haciendo rendir el gasto. Bajo el lema:
“el dinero, ni todo guardarse, ni todo gastarse. Y no se debe uno gastar hasta el ultimo peso, porque dinero, llama a dinero”.
Todos nos casamos, yo forme una familia, y tuve dos hijos.
Mi marido, construyo, una casita de madera, al fondo del solar de mis padres.
Catacumba de la memoria
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Que la catacumba de la memoria
Sea el verso indemne
De mi silencio
Y el llanto ausente
De mi poesía
Ya no tengo más que decir
Ya no t...
Hace 16 horas
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