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martes, 19 de enero de 2010

Vidas entrelazadas ( 2 da. parte )



Se observó que por un tiempo, como de dos años, la casita de esa mujer sufrió deterioros visibles, de abandono.
Se formó una comitiva, de unos 4 o 5 vecinos, y decir vecinos, es exagerar, porque todos los solares eran de 100 por 50 metros; y se metieron a indagar, que había pasado, con esa persona, no fuera, que estuviera muerta, en su interior.
Solo Chole (la soledad), recibió a los curiosos.
Después de esto, al poco tiempo, se encontraron unos huesos, cerca de ese solar, y se dio por asentado, que eran de esa desdichada mujer.
Mi padre, tenia unas vaquitas, que llevaba a pastar diariamente, y en una ocasión, en que se le anocheció, más que de costumbre, regresando por entre lo enmontado, encuentra a esa mujer, como a unos 100 metros, de donde el iba con sus animales.
La aparición le hacia señales de que se acercara.
Mi papá sintió las piernas engarrotadas, como si lo hubieran incrustado con un mazo, en el suelo.
Si no podía correr, menos caminar.
La mujer de blanco, al notar que mi padre no se movía, empezó a acercarse a él.
A mi papá las mandíbulas, se le trababan, y no acertaba a responder ante aquella mujer de blanco, que cada vez estaba mas cerca de el.
Cuando la tuvo tan cerca, que casi podía tocarla, logro dificultosamente pronunciar las siguientes palabras:
-¿Eres wüila o wüilota?
Y par de cachetadas, recibe como respuesta.
Con el tratamiento, logra hablar mas claro, y repite la pregunta:
-¿Eres de esta vida, o de la otra?
Y la mujer, a carcajadas, le responde que de esta vida; pero que si aun lo dudaba, otro par de cachetadas, se lo confirmarían.
Mi papá siguió su rumbo, razonando, que con esa mujer, mejor de lejecitos.
Después de unos años, de nuevo la casita, lucia abandonada.
Comentándose las apariciones de esa mujer de blanco, en las noches por las calles de la Hipódromo, de la Loma, y en la parada del tranvía, en el siete y medio.
A los motoristas, les marcaba el alto, y al detener el tranvía, ya no estaba la mujer.
Mi papá comentaba que no deseaba topársela de nuevo, porque si continuaba con vida, lo cachetearía por miedoso; y si ya estaba muerta, del susto lo dejaría trabado.

2 comentarios:

  1. Holaa Marcuha, me graciosa eres narrando me reído con las cachetadas de tu papa pobrecillo encima del susto le arrea la buena señora jajaja.

    Besos.

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  2. Hola Marucha
    No me extraña que sintieran miedo, mejor no encontrársela.
    Lo de las cachetadas buen remedio :)

    Abrazos

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Portada del libro "Más allá"

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